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Cómo me obsesioné con Milán


A los 13 años, en plenos años 90, mis intereses viajeros pasaban por ir a la Nueva York de Mi Pobre Angelito 2, a la San Francisco de Full House, o a la EEUU profunda de Cuidado Hércules Vigila. Europa me parecía un parque temático para viejos al que no pensaba ir ni para visitar Eurodisney.

Una noche tuve un sueño, literalmente. Soñé que estaba en Milán, adentro de una especie de edificio enorme, alto, con vitrales, y casi nada adentro, acompañada de Javier Zanetti. En el sueño yo sabía que estaba en Milán, pero en realidad no tenía idea de cómo se veía Milán, jamás había viajado, no había internet, y nunca había visto ni un documental. Cuando me desperté no podía dejar de pensar en ese edificio, y en esta tal Milán (sorry Zanetti, lo tuyo era solo anecdótico), así que fui a revolver las enciclopedias y fascículos setentosos de mi viejo, que sí era fan de Europa, para ver cómo se veía la ciudad en la realidad. No llegué a mirar mucho, la primera foto en el capítulo de Milán era el mismo edificio que había visto en mi sueño, EL-MIS-MO. Resulta que no era un edificio cualquiera, era el Duomo, palabra que yo jamás había escuchado hasta ese momento. Para cuando terminó ese año, yo tomaba aperitivo, me veía todos los partidos del Inter, me la pasaba escuchando la banda de sonido de El Padrino y estaba completamente obsesionada con el Duomo y con Milán

Pasaron 18 años hasta que finalmente lo vi en persona, y puedo decir que hasta el día de hoy, el Duomo es el edificio más lindo que vi en mi vida, o en mis sueños.


© Fotografías y textos Cecilia Martin 2010-2017

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