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21 Cosas originales para hacer en Barcelona

Durante los dos años que viví en Barcelona mi casa fue algo que aunque en Argentina nos suene raro, allá, en la tierra de Gaudí, del modernismo y de una de las arquitecturas más admiradas del mundo es muy común. Un piso menos uno. Una especie de planta baja pero un poco más abajo. Un subsuelo. Eso hizo que cada minuto, cada segundo que estuviera libre, que estuviera al pedo o que necesitara despejarme lo pasara afuera. La calle era mi Netflix. Con propósito, sin propósito, de lunes a lunes, no hubo día en que no saliera a caminar Barcelona. Y a aprendérmela de memoria. Hasta que llegó el momento en que gente que nació y se crió en la ciudad empezó a sorprenderse de la cantidad de cosas que yo sabía de Barcelona habiendo pasado tan poco tiempo ahí.

Para mí las ciudades recién empiezan al final de la lista de atracciones "imperdibles". Esto que sigue acá es mi Barcelona real, 21 lugares que no están en el circuito convencional pero que representan tanto o más que cualquier hit de Gaudí a la ciudad que amé, puteé, pero sobre todo caminé durante dos años.

1. Los búnkers de El Carmel:

Bueno, en rigor los búnkers se pusieron de moda hace unos años. Son un clásico de los blogueros de viajes, de los instagramers, y de los universitarios europeos que vienen a hacerse una temporada de estudios (y de joda) a Barcelona. Pero para el turismo masivo siguen estando fuera del circuito. Los búnkers se construyeron durante la guerra civil española para albergar cañones antiaéreos, y obviamente, y estratégicamente, tienen una de las vistas más panorámicas de la ciudad.

Eso sí, vayan con energía y calzado cómodo porque si bien hay buses que te llevan hasta ahí, a la cima hay que subir a pie. Y al no ser un lugar preparado para el turismo, el camino, lleno de piedras y vegetación, tampoco lo está. Y también ármense de paciencia para aguantar a todos los adolescentes que van hasta ahí para tomar cerveza, fumar porro y bajonear papas fritas. Pero sepan que esas vistas gratuitas y casi totales de Barcelona bien lo valen.

2. La librería La Central del Raval:

Esta librería no solo es para mí la más linda de Barcelona, sino que se diferencia de todas las otras porque funciona en lo que alguna vez fue la Capilla de la Misericordia, que era parte iglesia, parte orfanato. Y de este pasado conserva una puertita por donde se podían dejar los bebés en adopción. Y al lado también una ranura por la que podían dejarse monedas como donación al orfanato o como una ayuda para criar a esos mismos bebés.

La librería tiene dos entradas, una en Carrer d'Elisabets 6, y la otra, donde está esta puertita, por Carrer de les Ramelleres 13.

Acá arriba la puerta, alguna vez giratoria, hoy en día estática (no me gustaría saber qué tiraría la gente si siguiera siendo giratoria).

3. Las plazas de Gràcia a la noche:

El barrio de Gràcia es famoso por la cantidad de plazas que tiene, de esas bien Barcelonesas; cuadradas, de cemento, y con mesas para tomar algo. Plazas como Dios manda. Y sobre todo de noche, y sobre todo en verano, esas plazas de llenan de gente del barrio y de fuera del barrio para tomar un vermut o comer unas patatas bravas. No hay en toda la ciudad plazas que se pongan como las plazas de Gràcia en las noches de verano. Y no hay plaza de Gràcia que se ponga como la Plaza del Sol. Y si van a la Plaza del Sol y se marean porque no saben a dónde ir a tomar y comer algo, ya se los resuelvo: Sol Soler.

Arriba, la Plaza del Sol. Vayan temprano, ¡o sin tanta hambre! *Foto de la página de Langeasy.

4. La churrería La Pallaresa:

Uno de mis bares en el mundo (más adelante les revelo dos más). Soy una especie de fan de las churrerías, me enorgullezco de tener muy buen paladar para juzgarlas y me arriesgo a decir que esta es la mejor de Barcelona (si alguien tiene una aún mejor dígamelo ya mismo porque quiero conocerla). Por el ambiente ruidoso, por estar siempre llena de gente y tener un público predominantemente local, por las colas que se hacen para entrar en la época navideña (temporada alta de churrerías y el mejor momento para acurrucarse ahí adentro), porque cuando terminaste de pedir no tenés tiempo ni de ir a lavarte las manos que los churros ya están ahí mirándote al lado de la taza de chocolate, por su estética retro y españolísima, La Pallaresa es uno de los primeros lugares en los que pienso cuando le quiero mostrar la ciudad a alguien. O cuando se larga a llover una tarde de invierno.

Si van, hay muchas chances de que haya cola. Mi humilde opinión es: háganla.

5. El cementerio de Montjuic:

Todavía más imponente que la imagen del cementerio que se ve desde la autopista, con las hileras escalonadas de nichos subiendo hasta la cima del Montjuic, son las vistas de la ciudad, del mar y del puerto que se tienen desde el silencio y la soledad que reinan una vez adentro. La arquitectura y la luz que da sobre el cementerio del Montjuic son tan cinematográficos que ahí se filmaron escenas de Todo Sobre mi Madre, de Almodóvar.

6. El Centro de la imagen / Palacio de la virreina:

Uno de esos lugares que están en pleno centro, en plena zona turística, en pleno caos, en plena Rambla, pero locales y turistas lo ignoran por igual al pasar.

El antiguo palacio que habitó la viuda del retirado virrey de Perú es ahora el Centro de la Imagen, un centro de exposiciones dedicado a las artes visuales, y más que nada a la fotografía. En general todas las exposiciones son gratuitas y hay más de una muestra funcionando al mismo tiempo.

7. Las ruinas romanas:

Si la máquina del tiempo que es el Barrio Gótico no les es suficiente, acá tienen otra; las ruinas donde puede verse cómo eran las calles y la forma de las casas de Barcelona (técnicamente Barcino, que es como se llamaba en esos días) en los tiempos del imperio romano. Estas ruinas las encontraron de casualidad hace menos de 15 años mientras hacían reformas para darle un nuevo uso a lo que antes era un mercado de barrio. Hoy el lugar se convirtió en el Centro Cultural del Born y es de entrada gratuita.

(En prácticamente todos los barrios de Barcelona había o hay un mercado como este. El más famoso es el de la Boquería, pero si quieren conocer uno mucho menos turístico y más "real", donde todavía compra la verdadera gente del "barri", les recomiendo el Mercat de Sant Antoni, que después de más de 9 años de reformas volvió a inaugurarse en 2018).

8. La sala Apolo:

La sala de recitales de rock más importante y con más historia de Barcelona, y también la más linda (perdón Razzmatazz). En la sala Apolo hay fiestas o recitales casi todos los días, y para los que quieren hacer una noche de boliche pero los boliches onda boliche no son lo suyo, el Apolo es la respuesta.

*Foto de internet.

9. La basílica Santa María del Mar: Bueno, ya sé que la Santa María del mar está en varias de las listas del imperdibles de Barcelona, pero acá me gustaría concentrarme en el costado pop de su atractivo más que en valor histórico o arquitectónico que la hace estar dentro del circuito turístico. Esta basílica es de la que hablan el libro y la serie La Catedral del Mar (¡está en Netflix!, donde se cuenta la historia de cómo, a diferencia de casi todas las iglesias durante el medioevo, esta no la construyó la nobleza ni el ayuntamiento, sino la gente del barrio. Con su dinero y con su mano de obra. Y bueno, todos los amores y odios que sucedían alrededor. Y otro dato pop al respecto de este lugar es que en los años 60 el Barça donó plata para que se reconstruyeran los vitrales dañados en un incendio, pero claro, algo a cambio había que darles a cambio por tanta generosidad, así que en uno de los vitrales, y debe ser algo único en el mundo, puede verse ahí de lo menos solemne el escudo del Barcelona.

Les aseguro que el escudo no es fácil de encontrar. Para ahorrarles tener que entrar a Google como le pasó a cierta ciega que conozco, está casi sobre el altar, del lado izquierdo.

*Foto de Xavi Casinos.

10. La casa Vicens:

El turismo en Barcelona es fan de la Casa Batlló de Gaudí, de la Pedrera de Gaudí, del Park Güell de Gaudí, pero resulta que la primera de las obras de Gaudí, la Casa Vicens, nunca tiene ni cola ni asiáticos haciéndose selfies. Vamos a ser justos, las entradas para las construcciones de Gaudí son CARÍSIMAS, y si se quiere ir a TODAS hay que desembolsar unos 100 euros. Pero ni siquiera para verla de afuera hay mucha gente. De hecho yo vivía a menos de 10 cuadras y tardé más de un año en descubrirla. Si les interesa conocerla por dentro, la entrada cuesta 16 euros.

11. La obra de Lluís Domènech i Montaner:

Bueno, hablando de olvidados. Si bien tanto este arquitecto como su obra son conocidísimos en Barcelona, al lado del marketing con el que cuenta Gaudí el pobre no puede ni competir. Y a la hora de visitar Barcelona a las corridas antes de salir volando a la próxima ciudad, casi ninguna de sus obras es parte de la lista de "imprescindibles". Pero su estilo es tan modernista como el de Gaudí, y (para mí) tan o incluso más representativo de Barcelona. Siempre digo que la arquitectura de esta ciudad es o muy fea o muy linda. Tiene lo peor y lo mejor del rubro. Y algunos de los ejemplos de ese lo mejor son obras de Lluís Domènech i Montaner: El hospital de Sant Pau, la Editorial Montaner i Simon, la Casa Fuster, la Casa Lleó Morera y el Palau de la Música.

El hospital de Sant Pau.

Arriba, la Casa Lleó Morera, sobre Paseo de Gracia, y uno de los detalles arquitectónicos que más me gusta en toda Barcelona. Me lo quiero comer.

12. La plaza San Felipe Neri: En la foto no se aprecia, pero la Plaza San Felipe Neri es circular y está completamente aislada del ajetreo de las calles aledañas. Cuando entrás ahí la ilusión del medioevo es casi total porque no hay nada en el campo visual que pueda llegar a romperla. Pero a pesar de verse linda y acogedora esta plaza tiene una historia dramática de la que aún pueden verse las cicatrices. En el año 38 fue bombardeada por el ejército italiano en medio de la guerra civil española. Cuarenta y dos chicos que se estaban refugiando dentro de la iglesia resultaron muertos, y las marcas de la metralla de ese bombardeo permanecen hasta hoy en las paredes de la plaza.

Así que tanto por lo linda que es en la época de fiestas, cuando está iluminada desde temprano y se aparecen vecinos a cantar villancicos, como por la carga emocional que todavía tiene encima, la Plaza Felipe Neri es uno de los rincones que más me gustan de Barcelona.

Y un dato pop al respecto para levantar el ánimo, acá se filmó el video de My Inmortal de Evanescence.

13. La plaza Francésc Maciá:

Una de las zonas más lindas y más raras de Barcelona, porque no parece Barcelona. Esta esquina tranquilamente podría ser París, Madrid o hasta Buenos Aires, pero no Barcelona. Al menos no la Barcelona que vemos cuando tenemos pocos días. Acá sí que no hay turismo, es un enclave catalanísimo, con muchos comercios, su propio Corte Inglés y pura arquitectura del bando de la "linda". Porque Barcelona no es solo medioevo, callejuelas con olor a humedad y turismo masivo. Aunque no lo parezca también es esto.

14. Joaquín Costa a la noche:

Y del Glamour de Francésc Maciá nos vamos a uno de los lugares más "cutres" (de mala muerte) y con peor fama de la ciudad, el Raval. Lo siento pero a mí me gustan las ciudades con todo, con lo lindo, lo malo y lo feo. Y Barcelona no sería Barcelona sin su lado menos instagrameable. De hecho este lado para mí es más Barcelona que muchos otros, y no sentiría que realmente la conozco si no hubiera recorrido el Raval como lo recorrí. La calle Joaquín Costa no será la más linda de la ciudad, y sus bares no serán los más top, pero cualquiera que haya vivido en Barcelona salió por esta calle noble, que sea el día que sea, sea tarde o temprano, tengas plata o no, siempre va a estar ahí, animada y dispuesta para recibirte. Si quieren ver la noche de Barcelona, pero no Pachá y los boliches para turistas ingleses, la noche posta, la de la gente de carne y hueso que vive ahí, acá está.

Perdón, no tuve tiempo de sacar una buena foto de noche. Pero pueden imaginársela.

15. El refugio antiaéreo de la Plaza del Diamante :

Durante la guerra civil española, en los años 30, se construyeron unos 1400 refugios antiaéreos para proteger a la población de los bombardeos. De la mayoría de estos refugios ya no queda nada, pero el de la Plaza del Diamante, en el barrio de Gràcia, que fue descubierto (sí, también) de casualidad mientras se hacían trabajos eléctricos, está prácticamente intacto. Si les interesa bajar a recorrer los túneles del refugio, dos cosas; primero, la entrada sale tres euros, las visitas son solo los domingos por la mañana y hay que reservar lugar previamente acá. Segundo, es el lugar más húmedo de la tierra y los van a hacer sentarse para escuchar al guía, ustedes y sus pantalones están avisados.

16. El Sidecar: Otro de mis bares en el mundo. En Barcelona todos pronuncian su nombre así como se escribe, pero yo toda la vida me gané el pan hablando inglés, así que disculpen pero para mí es el"Saidcar". Ubicado en uno de los lugares más turísticos de la ciudad (y más llenos de trampas para turistas), la Plaza Real, este bar es un clásico de clásicos del público rockero local. Y de todos los bares de rock a los que fui en Barcelona, el "Saidcar", que tiene un subsuelo en donde se hacen fiestas y shows en vivo y para los que tenemos cierta edad presenta el ratio perfecto entre bar y boliche, es el que más me gusta.

17. La Champañería:

Esta clase de lugares o los amás o los odiás. Y yo lo puse en la lista, así que... Si son de esa gente que no puede comer de parada, que no le gustan los lugares llenos de gente ni tener que apelar a la supervivencia del más fuerte para lograr hacer tu pedido, abstenerse. Pero si les gusta comer rico y barato, tomar MUY bien y barato, ese ambiente alegre de fonda española y los suelos llenos de escarbadientes y servilletas arrugadas, van a tener que sacarlos de acá a la fuerza. Otro de mis bares de cabecera, y no quiero hacerme mala fama acá, pero con lo rico y lo barato que es el cava que venden (champán catalán), creo que nunca me fui de ahí sin zigzaguear un poco.

*Foto de internet.

18. La calle Tallers:

¿Dónde ir en Barcelona si querés comprar discos, o ropa dark, o pin-up, o vintage, o skater? ¿O parches de bandas de los ochentas, ropa de diseño a precios decentes o parafernalia cannábica? Si ya estás repodrido de ver un H&M, un Zara y un Uniqlo atrás de otro en todas las ciudades Europeas que vas pisando, acá hay un respiro, la calle Tallers. Lo más parecido a la galería Bond Street (o al menos a la que recuerdo de cuando era más chica) que tenemos en Barcelona. Si es raro y no está en Tallers, no está en Barcelona.

Este dato va de yapa: La vermutería que se ve en la foto de arriba, Centric, es una de mis favoritas y siempre quise ir a clavarme un vermutcito un día de semana a las 12 del mediodía. Nunca lo hice. Si están de vacaciones y el horario para beber no es un problema, almuérzense una copita por mí.

19. El Macba:

Ok, el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) es bastante conocido y visitado, ¡pero solo por fuera! Este museo tiene fama internacional entre los skaters que vienen de todo el mundo a patinar en Barcelona y que transformaron la explanada del Macba en un skatepark y punto de reunión permanente. Pero no solo muchos vamos y venimos por Barcelona sin haber entrado nunca, sino que tampoco se ve una gran afluencia de turistas, que suelen preferir el museo de Picasso y en mucha menor medida la Fundación Joan Miró. Confieso que dejé pasar muchos años sin decidirme a entrar, pero cuando finalmente lo hice me resultó el museo más perturbador que visité en toda mi vida, y lo digo como un elogio. Obviamente las exposiciones cambian, y puede que cuando ustedes vayan no resulten ser tan pesadillescas como las que me tocaron a mí, pero se notaba una intención de innovar, de sorprender, de incomodar al espectador, de ser un buen museo de arte contemporáneo, bah.

Todos los sábados de 16 a 20 hs la entrada es gratis, si no, el precio normal de es 11 euros.

20. El Laberinto de Horta:

Soy muy sincera así que lo voy a decir; no soy fan de los parques de Barcelona. Dicho esto, sé que hay gente a la que le gusta el verde urbano y este parque la verdad que corre con una ventaja, ¡porque tiene un laberinto! Bueno, tampoco se imaginen el laberinto de El Resplandor porque este es bastante fácil de resolver, pero entre eso, las cascadas y los estanques se puede pasar el rato. Alguna vez propiedad de una familia, hoy perteneciente al ayuntamiento y aparentemente el jardín más antiguo que aún se conserva en la ciudad, el Parque del Laberinto es gratis todos los miércoles y domingos. El resto de los días la entrada cuesta unos tres euros.

21. La terraza de la librería Servei Estació:

Y este fue el último lugar que descubrí antes de irme de la ciudad. El tras bambalinas de la que probablemente sea la atracción más visualmente característica de Barcelona, la casa Batlló. El precio de la entrada a esta obra de Gaudí EMPIEZA en los 25 euros, pero ver la parte de atrás y el pulmón de manzana que arman los jardines de las casas vecinas (también famosas) desde acá es gratis.

Servei Estació es una librería comercial de siete pisos, y en el segundo tienen esta terraza donde una hasta puede sentarse un rato y tomar un café de la máquina.

Casi todos los lugares de esta lista están a distancias relativamente cortas y caminables uno de otra, y en su defecto, a un viaje de metro de distancia. Y al respecto les dejo mi última recomendación: Barcelona es una ciudad para caminarla y ese es uno de sus mayores encantos. Su tamaño, su centro prácticamente peatonal, su clima, todo conspira para que sea más fácil ir de un lugar a otro a pie que en transporte público, para que sea una ciudad muy fácil de recorrer, y para que termines pasando más tiempo dando vueltas que viendo Netflix en casa.

Ahora cuéntenme, ¿conocían algunos de estos lugares? ¿Ya planean ir a alguno? ¿Agregarían algo más?

*Si alguien está planeando su viaje a Barcelona y todavía no tiene alojamiento, acá un link de descuento para Booking.com.


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